mayo 2019

EL CLOWN, LA LLAVE A MI FELICIDAD

Antes de continuar en este segundo capítulo quiero aclarar que después de haber recibido muchos comentarios por parte de amigos y conocidos, he sentido por un lado, vértigo, porqué hasta ese momento aún no era consciente de que realmente me estaba desnudando y por otro lado, una sensación de satisfacción, de que estoy haciendo lo que debo hacer.  Estoy convencido que hay muchas personas que no son felices y no importa el grado de dificultades con las que se hayan encontrado, si no, como han vivido y sentido esas experiencias, eso es lo que causa el ser feliz o no, el modo en como viven esas experiencias, bajo que condicionantes personales, bajo que prisma o circunstancias, entre muchísimos otro factores.  Yo ni soy psicólogo, ni terapeuta, ni pretendo ser nada de esto, tan solo quiero aportar mi experiencia personal y como he conseguido salir de un pozo después de años de dolor y sufrimiento llevados por dentro. Y creo realmente que desde mi total honestidad y transparencia puedo aportar mi granito de arena para hacer de este mundo un lugar algo mejor.  Este trabajo personal, este cambio de actitud y de mentalidad, de ver el mundo con una perspectiva más neutra, mas equilibrada, no se produce de un día para otro, hay detrás un trabajo que comienza hace pués casi 30 años dando muchos palos de ciego, con la voluntad de querer ser feliz pero sin saber serlo, de continuos conflictos familiares que después se trasladan a la pareja, luego a los hijos y vas repitiendo patrones con todos aquellos a los que quieres y así durante años entrando en un bucle de conflictos del que quieres salir pero ni sabes como ni porqué te pasa a tí.  Y con esto no quiero decir que se necesite este tiempo para solucionar un problema ya que cada persona es un mundo y la situación de cada uno es la que és. Si yo he tardado tantos años es porqué así debía ser, no hay más.  Esta simpleza de comentario tiene su razón de ser, para ello he leído algo de filosofía taoísta que me ha ayudado mucho también, tranquilos que hoy no va por ahí el tema.  En este blog iré aportando aquellas experiencias vividas y que considere de corazón que puedan ser útiles para otras personas que deseen encontrar una salida o a su infelicidad.  Como ya os he comentado en otro capítulo, para mí, comunicar siempre ha sido una necesidad, pero frenada por el dichoso miedo y por eso decidí enfrentarme al miedo de cara, así que hace siete años me inscribí a mi primer curso de monólogos. Un curso que fue el comienzo de un larguísimo aprendizaje. Los aprendizajes como bien sabemos no se integran con la teoría ni con las buenas experiencias, si no más bien a base de ostias, con experiencias que te hacen pasarlo mal y sufrir y así es como fuí “mejorando” en el mundo de la comedia.  Fijaros si mejoré que después de dos años en el Teatro Llantiol y varios bolos y concursos por pueblos de Catalunya con mis hermanos de comedia Xavier Castells y Jordi Galo, no pude más y me rendí, abandoné, tiré la toalla, porqué lo pasaba realmente mal. No era capaz de salir al escenario a disfrutar, cada semana se convertía interiormente en un infierno del que yo me intentaba convencer que era capaz de superar, me tiraba todos los días ensayando y preparando una y otra vez el texto de esa semana, le dedicaba muchas horas creyendo a fe ciega que la solución pasaba por ahí. Le dedicaba muchísima energía para luego llegar el día clave y volver a sentir un gran sufrimiento y miedo. Miedo a fracasar y a no estar a la altura de mis compañeros que actuaban conmigo, miedo a quedarme en blanco, a equivocarme, a decepcionar al público, a los conocidos que viniesen a verme, miedo que recorría mis venas y se metía en cada una de mis plaquetas. Un miedo que formaba parte de mí desde bien pequeño y que por mucho que quisiera despojarme de él no era capaz de conseguirlo. Era realmente duro y frustrante ver que quería y sabía que podía pero sin embargo no lo demostraba.  ¿Que era tan grave para no poder superar ese miedo? Os puedo decir que hasta seis años después con un parón de varios años y ya entrado el 2018 no pude realmente comenzar a entender muchas cosas. A lo largo de estos años, hablé demasiadas veces con mi mujer, actriz experimentada y paciente donde las haya, la verda es que se merece un altar. Además compartí mis temores con profesores de teatro, compañeros y profesionales experimentados en artes escénicas, en comedia, en hablar en público, artistas de otras disciplinas y todos me daban consejos y trataban de ayudar a su modo, pero había un problema a todo esto y es que realmente yo aún no estaba preparado para entenderlo. No lo estaba porqué había algo más profundo que trabajar.  Esto igual a muchos os comenzará a sonar un poco “hierbas” pero así lo siento y es que no tenía confianza en mi, mi autoestima estaba por los suelos, resumiendo, no tenia ningún respeto por mi mismo, ningún amor por mí persona. Esa era una de las claves, esa falta de amor englobaba muchas cosas, falta de confianza, seguridad, capacidad de gestionar la frustración. Y claro si tienes esa carencia tan grande y tienes que sobrevivir, te inventas e integras una buena careta, hasta tal punto que te la crees. Así que a lo largo de mi vida durante muchos momentos he estado fingiendo, con mi máscara de confianza, de éxito, de victoria, de satisfacción, de felicidad, esa máscara que necesitaba para que no me volviesen a herir y así he vivido con ese rostro artificial que me ha impedido mostrarme abiertamente a los demás hasta hace bien poco.   A raíz de inscribir a mi hija en el colegio en Septiembre de 2017, conocí e

EL CLOWN, LA LLAVE A MI FELICIDAD Leer más »

TOCAR FONDO Y RESURGIR

Creo que uno de los propósitos de vivir es compartir con el mundo aquellas experiencias que puedan ayudar de algún modo a otro ser humano a evolucionar en su camino de vida. Esto es lo que interpreto después de todo lo que he ido viviendo a lo largo de casi medio siglo. De ahí que desde que tengo uso de razón ha habido en mi interior la necesidad de comunicar. Pero a esa necesidad se ha unido una emoción que me impedía expresarme como me hubiese gustado. Una emoción que te paraliza y que “aprendes” a estar en ella. El famoso MIEDO. He vivido casi toda mi vida abrigado por el miedo, convencido de ser una víctima de todo lo que me sucedía. Es cierto que de niño he vivido momentos muy complicados y confusos, como una separación de padres nada pacífica, la violencia de género a lo largo de varios años en “primera fila” con una de las parejas  que tuvo mi madre justo después de separase, los abusos sexuales que sufrí por parte de un vecino, abusos por cierto nunca confesados antes. Además he vivido desde el terror los maltratos continuos a mi madre, también varios cambio de domicilio, como unas 15 veces desde los 11 a los 15 años, incluido un cambio brusco de lugar sin aviso ninguno, de una semana para otra, de Barcelona a Tenerife, sin poderme despedir de nadie, ni de amigos ni familiares, una huida en toda regla, tampoco pudimos despedirnos de mi padre al que estuvimos sin verlo 3 años, hay que pensar que esto fue en el año 1982 y por aquellos entonces no existía internet y localizar a alguien era realmente complicado. En resumidas cuentas una infancia “complicadilla y poco estable” A lo largo de todos esto años no he dejado de culpar y responsabilizar a mi madre de mis males, la he culpado y acusado de ser la responsable de quien soy y de todos los traumas y todas las experiencias vividas y como me han llegado a afectar. Ella ha sido sin duda el foco de casi todo mi resentimiento odio y amargura.  Pero mi madre no ha sido la única en recibir mi rabia contenida, he de admitir que en mayor o menor medida cualquier persona que estuviera en mi entorno tarde o temprano recibía su parte. Mis novias, mi padre, mi hermana y hermano, mis amigos de mayor confianza, y hasta hace poco mi mujer y mis hijos.  Siempre había alguien responsable de lo que me sucedía, alguien que me perturbaba y me hacia sentir mal, si no era con uno era con otro. Para sentirme “bien” tenía que estar mal con alguien y evidentemente siempre, siempre, yo era la pobre víctima que sufría de lo injusto que estaba siendo el mundo conmigo. Y así ha ido siendo día tras día, semana tras semana, mes tras mes y año tras año hasta el día de hoy. Viví un gran sufrimiento, hasta tal punto que hace unos años se me diagnosticó una enfermedad de estómago llamada esófago de barret y también me diagnosticaron divertículos, no voy a entrar en detalles, mirar en internet lo que es.  Pero no creáis que eso me hizo reflexionar y tocar fondo, que va, tampoco haber estado ingresado en la UCI a punto de morir por una malaria que se complicó, que va, a pesar de todo esto, continué en mi victimismo, regodeándome y disfrutando de mi “tormento” y de mi desdicha, si si, un alma en pena en toda regla. Pero claro, esto solo se lo recordaba a los más cercanos a través de mi mal estar continuo, mi frustración por ser infeliz, excepto a todos aquellos que me conocían superficialmente, a estos les ponía una de mis máscaras, ahí demostraba mis dotes de actor, creando un personaje, bonachón, sensible, que sabe escuchar, jajajajajajajajaja, mi máscara, la máscara que ocultaba mi miedo, como la llevamos casi todos para ocultar nuestras debilidades o sombras, pero yo aquí me la quito y me desnudo ante tí, porque solo desde la honestidad puedo realmente aportar algo útil al ser humano.  Era un ser infeliz, amargado y amargando, pesimista, hasta el punto de  haber caído en una depresión muy larga de la que no he sido consciente hasta hace bien poco, que fue cuando toqué fondo de verdad.  Y ese és el punto de inflexión, cuando coges conciencia y realmente te das cuenta que es imposible que todo el mundo esté equivocado y tu lleves la razón de estar en esa lucha. Cuando después de haber pasado desde la adolescencia por ciento de terapias, terapeutas, médicos y psicólogos, donde a pesar de ello has llegado a pensar en suicidarte varias veces porqué no le ves sentido a vivir en un mundo tan hostil contigo, es entonces cuando hay una gota que colma ese vaso lleno de mierda y ahí, en ese momento la gota rezuma, el vaso se desborda y tu por fin, abres los ojos y comienzas a despertar. Y te das cuenta que todo es oscuro, muy oscuro, pero arriba, no tan lejos como parece, hay una luz, y es alcanzable, comienzas a visualizar en positivo, y comienzas el trabajo para salir del pozo.  Esta catarsis, ese momento de inflexión, ese momento de “banca rota” de quiebra y crisis emocional terminó después de un curso de Clown, si, un curso que pretendía ser una herramienta mas para lidiar mejor con los monólogos cómicos, un curso que para los no entendidos es un curso de payaso ¿de payaso? Pues sí, de payaso, un curso donde parece que te pones una nariz roja y haces el tonto, ¿no?  ¿Como fue ese curso de clown para que pudiese “reventar “esa bola de bilis que tenía en mi corazón?… pues os lo cuento el próximo día 

TOCAR FONDO Y RESURGIR Leer más »